Al igual que el violonchelista va deslizando sus dedos por las cuerdas del violonchelo, buscando diferentes tonos que consigan hacerlas vibrar y resonar entre si, de modo que desde la melodía de su cuerpo emerja el sonido de su alma. Yo, como terapeuta, busco que el paciente resuene consigo mismo para encontrar la unidad de nuevo, aflojando o tensando las cuerdas según el momento vital de cada paciente, o lo que es lo mismo apoyando o confrontando lo que el paciente trae a consulta.